Una pareja en Beijing, China, comenzó a experimentar síntomas de salud inusuales, como tos persistente, pérdida de cabello y brotes de acné, después de mudarse a su nuevo apartamento en mayo. No lograron identificar la causa de estos síntomas compartidos hasta que un detalle llamó su atención. A pesar de no haber pagado la factura de agua en seis meses, seguían recibiendo agua en su apartamento, cuyo alquiler era de 1.400 euros al mes.
Al realizar pruebas con medidores de agua, descubrieron un problema. Al abrir el grifo, el contador de agua no registraba aumento, lo que los llevó a buscar ayuda profesional. La investigación reveló una noticia impactante: habían estado consumiendo agua del retrete debido a una tubería adicional no detectada que conectaba las tuberías del inodoro con el grifo.
Durante medio año, la pareja se había bañado, lavado los dientes, bebido y cocinado con esta agua, lo que explicaba sus problemas de salud. Tras el descubrimiento, los profesionales arreglaron las tuberías inmediatamente.
La pareja decidió demandar a la empresa de alquiler, exigiendo una compensación monetaria. Por su parte, la empresa de alquiler alegó que algunos inquilinos habían optado por usar agua de un pozo cercano, que había pasado las pruebas de calidad en marzo y estaba destinado solo para la cisterna de los inodoros y el riego de plantas.